La artista y animadora estadounidense Miranda Pfeiffer, incluye en sus paisajes tanto como puede en un solo plano de imagen, y luego permite que los objetos se mezclen. Del mismo modo, durante el trabajo, la extensión del trabajo es tan grande que tiene que moverse lentamente. Su herramienta principal es un lápiz mecánico del tamaño de una aguja. Pequeños golpes componen las enormes imágenes, que requieren mucha paciencia y ternura. El espectador también tiene que pasar tiempo viendo sus dibujos para absorber sus muchos detalles. Mirando en un vasto paisaje, cuya longitud es mayor que un cuerpo humano, uno se puede encontrar a su propio yo disminuido.