Comenzó a trabajar para Vogue París en 1955 y continuó haciéndolo hasta 1987. Durante su carrera, su trabajo aparecería en casi todos los medios de gran valor suficiente para dar cabida a sus gustos singulares: Vogue Italia y Gran Bretaña, Harper´s Bazar; Issey Miyake, Pentax, Chanel, entre otros. Atormentado, inaccesible y de difícil trato. Su estilo macabro, bordeando lo patológico, alimentó rumores como que una de sus obras era una recreación del suicidio de su esposa; mientras él insistía en su interés en usar cadáveres en lugar de sujetos vivos. Se consideraba más artista que fotógrafo, de hecho, planificaba meticulosamente cada composición con dibujos a lápiz preparatorios de la escena. Incluso tomaba el control del estilismo de sus modelos e indicaba a las revistas donde debía colocarse cada fotografía en la página. Rechazó el Gran Premio Nacional de Fotografía, otorgado por el gobierno francés y proclamaba el deseo de que su obra fuera completamente destruida después de su muerte, hecho éste imposible, ya que su archivo era muy extenso y accesible.
A partir del 27 de noviembre la London’s Somerset House albergará una exposición de más de cien copias en color, fotografías en blanco y negro del lado menos conocido de cualquiera de los extremos de su carrera.
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