En 1930, un joven sastre vivía con su esposa, su madre y su hijo pequeño en un apartamento en algún lugar de Kazimierz, el antiguo barrio judío de Cracovia, Polonia. Una década más tarde, el área sería ocupado por la Alemania nazi, las familias judías enviadas a guetos y en última instancia a los campos de concentración de Plaszow o al campo de exterminio de Belzec, para ser torturados y asesinados. Sin embargo, para esta familia en particular las atrocidades que ocurrieron en septiembre de 1939 nunca sucedieron, porque no existen dentro de los anales de la historia, sino más bien en la imaginación del fotógrafo con sede en Nueva York, Richard Tuschman, que ha optado por dejar que ellos permanecen para siempre. La madre, el padre, el hijo y la abuela son totalmente ficticios, y a pesar de que se han traído a la vida a través de las fotografías, permanecen sin nombre.